Archivos en la Categoría: Comunicación

Facebook te monitorea hasta desconectado

El técnico en informática australiano Nik Cubrilovic condujo pruebas que muestran que cuando te desconectas de Facebook, en vez de borrar las «cookies» que realizan un rastreo de los usuarios, el sitio solamente las modifica, manteniendo información de la cuenta y otras señas únicas que pueden ser usadas para identificarte mientras navegas en la red.
Como si fuera una estrategia sofisticada de espionaje a través de informantes, cada vez que entras a una página que tiene un botón o widget de Facebook, tu navegador envía de regreso detalles de tus movimientos a Facebook, alimentando a esta red social de 800 millones de personas de valiosísimos datos de comportamiento en la red –una especie de gigantesco focus group furtivo.
«La única solución es borrar todas las cookies de Facebook en tu navegador o usar un navegador separado para tus interacciones con Facebook», advierte Cubrilovic.
Dave Winer observó que en los nuevos perfiles de Facebook, basados en timelines que se estrenarán en las siguientes semanas, los desarrolladores externos podrán postear información en tu feed sin tu intervención. Tal que si interactúas con una página fuera de Facebook, sin necesariamente hacer click en un botón, se publicará información sobre lo que haces en estas páginas, algo que ha sido llamado «compartir sin fricción».
Tanto Google como Facebook recavan información de tu historial de navegación mientras estás conectado a alguno de sus servicios, pero supuestamente dejan de hacerlo cuando te desconectas. Más allá de imaginar una conspiración informática (aunque a algunos se les harán interesantes los vínculos de Facebook con la CIA a través de In-Q-Tel), lo indudable es que el usuario está cediendo un tremendo poder a Facebook al regalarle esta información, la cual ciertamente será usada para consolidar su imperio, y posiblemente monopolizar las redes sociales.
El problema de esto es que fomenta la uniformatización, y va en detrimento de la pluralidad y la diversidad. Todos quieren estar en Facebook y dejarlo es cada vez más difícil, sin embargo, el estar ahí es aceptar voluntariamente estar dentro de una especie de panóptico, similar a las cárceles donde los internos no pueden observar a los vigilantes, y estos pueden observar a los internos desde todos los puntos.

Humor de Martirena

Habanastation, una suite en tiempo de conga

 

 

 

 

 

 

 

 

La Habana – Cuenta el cineasta cubano Fernando Pérez que al orquestar su magistral e inclasificable Suite se propuso filmar un día con La Habana y su muchedumbre como protagonistas.

Esto lo condujo a preguntarse: «¿La Habana es una sola? ¿Cuántas Habanas existen?». Cada uno de los cinco personajes entrecruzados en el tejido vivo de la ciudad que tanto ama, a lo largo de apenas 24 horas, representa «la curiosa diversidad de grupos sociales que se mueven en La Habana de hoy. Porque no hay una sola Habana: hay muchas Habanas invisibles y distintas para vivir».

Comparte plenamente esos criterios Ian Padrón (La Habana, 1976) en Habanastation (2011), su ópera prima en el largometraje de ficción, cuya finalidad es definida desde su frase promocional.: «Una misma Cuba, dos Habanas distintas». Justamente abordar esas diferencias entre estratos sociales de innegable existencia constituye el punto de partida del guion escrito por el dramaturgo Felipe Espinet.

«En la escuela todos parecíamos iguales por el uniforme, pero éramos muy distintos -expresó Ian Padrón en una entrevista reciente-. Siempre he sentido que hay muchas Cuba dentro de Cuba». Las vivencias del propio realizador, criado en un medio distinto y habitante de una zona diferente a la de un amigo de su infancia que vivía en el barrio conocido como La Timba, cimentaron el argumento con elementos autobiográficos.

Basta despojar a los chispeantes diálogos de esos vocablos tan criollos para que la historia de esta película pueda descontextualizarse para ser situada en Hong Kong, Johannesburgo, Nueva York, Río de Janeiro o en cualquier confín del mundo. En ello estriba uno de sus méritos esenciales, confirmador de aquella máxima del viejo Jean Renoir: «Mientras más local, más universal».

Mayito es hijo de un famoso músico que viaja constantemente al extranjero, y piensa que, con los costosos regalos, suplanta la atención ameritada por el muchacho. Toda su educación recae sobre su mamá, representante al mismo tiempo del esposo.

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Un regalo de Melaito para una ciudad en 26

Alfredo Martirena, ganador del Gran Premio de la XVII Bienal Internacional del Humor, participa en el nuevo mural colectivo contra la guerra y el terrorismo.

Alfredo Martirena, ganador del Gran Premio de la XVII Bienal Internacional del Humor, participa en el nuevo mural colectivo contra la guerra y el terrorismo.

El colectivo de  Melaito no ha querido dejar pasar la fecha moncadista para regalarle a esta, nuestra ciudad de Santa Clara, una pared repleta de sus dibujos.

Los caricaturistas Adalberto Linares (en primer plano) y Pedro Méndez, durante las jornadas de creación del nuevo mural contra el terrorismo.

Los caricaturistas Adalberto Linares (en primer plano) y Pedro Méndez, durante las jornadas de creación del nuevo mural contra el terrorismo.

Como dijera el colega Yandrey Lay ,  “a sol y sombra, bajo lluvia, trueno y relámpago, ese pequeño ejército disparejo que forman el gigante Martirena, Pedro el Calvo, el príncipe Roland y Linares el Oscuro, han desgastado la muralla una y otra vez, hasta lograr un cambio visible en su esencia exterior.

Mural realizado por el Colectivo de humor gráfico Melaito como regalo a la ciudad de Santa Clara.

Mural realizado por el Colectivo de humor gráfico Melaito como regalo a la ciudad de Santa Clara.

A nosotros, el resto de los soldados, nos to­ca hacer irreversible la transformación, porque los muros seguirán vivos mientras per­ma­nezcan como un freno y no como un recuer­do orgulloso en la memoria del caminante.

Fotos: Carolina Vilches Monzón

http://cvilchesmonzon.wordpress.com

Titón en Ghost Poster. Últimas escenas

 Andrés D. Abreu  Tomado de www.lajiribilla.cu

Últimas escenas fue la exposición que abrió la más reciente Muestra Joven ICAIC y con ella Eduardo Marín y Agapito Martínez daban continuidad al proyecto Ghost Poster, acción curatorial que ha propiciado una plataforma creativa de nuevos carteles para proyectos fílmicos que no han alcanzado concretarse sobre el celuloide desarrollando en su paradójica y simbólica operatoria un llamado de preocupación ante la menguada producción cinematográfica nacional, la continuidad de su preciada cartelística y esa angustia existencial que para todo creador impone la obra inconclusa.    

Ghost Poster nace de la interrogante a problemáticas, y ancla sus significados en los campos propios del arte al cuestionarse en su elipsis más obvia a la industria del cine cubano mientras por otra parte apoya la salvaguarda de un proceso altamente valorado en la cultura visual nacional: la producción artística de carteles para el cine, proceso, por consecuencia, igualmente deprimido.

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Fabián Muñoz, «Una mujer santa»
(Largometraje)

Apuntar bien desde el comienzo le ha garantizado a estos curadores una aceptación indiscutible de su propuesta que con Últimas escenas, la segunda acción desarrollada por el proyecto, subió el tono metafórico de las interrogantes para con los procesos creativos y la historia del arte nacional. Escoger a Titón (Tomás Gutiérrez Alea), el más mítico e internacionalmente reconocido realizador cubano, como punto de mira para investigar un proceso de obra no realizada fue situar el blanco de disparo mucho más alto y exigirse una finísima puntería pero de igual modo se aseguraba un mayor nivel de expectación ante todo cuestionamiento y una mayor amplitud de alegorías tras el planteamiento del discurso acerca de esa paradigmática obra truncada. 

Los curadores lograron crearse un buen camino investigativo al abrir las puestas de una fuente esencial: “La colaboración de Mirtha Ibarra para este proyecto fue fundamental. Sin su generosidad y complicidad crecientes, esto quizá habría sido posible, pero de otra manera, menos completa. Revisó zonas de la papelería de Titón que aún para ella resultaban inéditas y nos fue sorprendiendo con nuevas sinopsis, historias que incluso desbordaron nuestro recursos iniciales”. 

Ya en la primera edición de Ghost Poster aparecieron dos títulos irrealizados de Titón y tras la publicación de su epistolario, editado por Mirtha Ibarra y Juan Antonio García Borrero, los curadores se decidieron a abordar la problemática fundamental de su proyecto desde la singularidad de este creador, evidentemente conscientes del alcance universal que se extiende  desde su personalidad creadora. 

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Nelson Ponce, «Otra tumba para Leroy»

Impuestos de la magnitud comprometedora que significa el cine de Tomás Gutiérrez Alea y de las consideraciones al cartel cubano por su “revolución en cuanto a los patrones formales y conceptuales imperantes en la segunda mitad del pasado siglo,… objeto de análisis teóricos e historiográficos que lo ubican como uno de los paradigmas de la cartelística mundial”, Eduardo Marín y Agapito Martínez apostaron por la correcta selección de los diseñadores como el ardid fundamental para la concreción de su propuesta. En ello estaba la clave para cualquier puesta final del proceso. Los carteles debían ser suficientes en sí mismos para sustentar todo el peso de significantes que emanaba de la investigación.   

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‘Yo quiero ver’ de ‘Habana del Centro’ (1997)

poetisa_fina_garcia_marruz.jpg Yo quiero ver la tarde conocida,

el parque aquel que vimos tantas veces.

Yo quiero oír la música ya oída

en la sala nocturna que me mece

el tiempo más veraz. Oh qué futuro

en ti brilla más fiel y esplendoroso,

qué posibilidades en tu hojoso

jardín caído, infancia, falso muro.

¡Sustancia venidera de la oscura

tarde que fue! ¡Oh instante, astro velado!

Te quiero, ayer, mas sin nostalgia impura,

no por amor al polvo de mi vida,

sino porque tan sólo tú, pasado,

me entrarás en la luz desconocida.

                      Fina García Marruz

La cubana Fina García Marruz, premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana

cintio-vitier-fina-garcia-marruz-pres.jpgLa poeta cubana Fina García Marruz (La Habana, 1923) ha ganado el premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, que reconoce el conjunto de una obra de un autor vivo que por su valor literario constituye una aportación relevante al patrimonio cultural de Iberoamérica y España. Un galardón que constituye también un homenaje al grupoOrígenes, compuesto por Lezama Lima, Eliseo Diego o Gastón Vaquero, como ha recordado el poeta Francisco Brines.

García Marruz, “la gran poeta secreta”, como también la ha calificado Luis Antonio de Villena, miembro del jurado que ha fallado el premio con Brines, ganador de la pasada edición, es una de las voces más representativas de la poesía cubana, perteneciente a este grupo que revolucionó y modernizo de la isla desde los años cuarenta. “El grupo Orígenes sería el equivalente en influencia e importancia a la Generación del 27 en España”, ha precisado Brines, quien era uno de los grandes defensores de la candidatura de la cubana García Murroz.

El Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, uno de los galardones más importantes y prestigiosos de este género, dotado con 42.100 euros y que convoca conjuntamente Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca, sigue, al igual que el Premio Cervantes, una ley no escrita por la que un año se premia a un escritor de España y otro de Iberoamérica. “Por eso este año tocaba poeta de la otra orilla y mujer”, ha dicho De Villena.

Fina García publicó sus primeros poemas en los cuarenta con el grupo Orígenes. En 1961 obtuvo el doctorado en Ciencias Sociales dedicándose desde entonces a la investigación literaria, colaborando con distintos medios en el campo de la poesía, el ensayo y la crítica literaria.

Entre la obra poética de Fina García figura libros como Las miradas perdidas (1951),Visitaciones (1970), Poesías escogidas (1984), Viaje a Nicaragua con Cintio Vitier(1987), Créditos de Charlot (1990) con el que obtuvo el Premio Nacional de la Crítica en 1991, Los Rembrandt de l’Hermitage (1992), Viejas melodías (1993), Habana del centro (1997).

Luis Antonio de Villena ha subrayado el carácter “secreto” de esta poetisa que ha llevado una vida centrada en su “interior” y poco dada a asistir a actos culturales o poéticos. “Ninguno de nosotros la conocemos personalmente”, ha reconocido. “Su poesía llega de manera directa pero a la vez muestra una exquisitez de espíritu”, ha aclarado. Asimismo, ha explicado que García Marruz también ha escrito algunos poemas de “exaltación política o social”. Y mencionó como ejemplo de su variedad, un poema dedicado a Cristo u otro que versa sobre el Che Guevara.

La competencia

“Todos los poetas que se presentan -ha precisado De Villena-, que son muchos, porque son presentados por muchas instituciones, son candidatos de primera fila. A la final de este premio, que es por mayoría, han llegado el nicaragüense Ernesto Cardenal y Fina García Marruz y se ha tenido en cuenta también que las mujeres habían estado menos representadas”. Entre los ganadores del premio se cuentan el chileno Gonzalo Rojas (1992), el madrileño José Hierro (1995), el asturiano Ángel González (1996), el uruguayo Mario Benedetti (1999), el catalán Pere Gimferrer (2000), el argentino Juan Gelman (2005) o el valenciano Francisco Brines (2010).

El Premio es entregado cada año por la Reina Doña Sofía en una ceremonia en el Salón de Columnas del Palacio Real de Madrid.

(Tomado de El País, España)

Instituto de cine cubano festeja hoy su 52 aniversario

el-icaic.jpgEl Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) cumple hoy 52 años con nuevos proyectos para la preservación del patrimonio fílmico y la apertura de los Estudios de Edición de Audiovisuales.

En las primeras horas de la mañana serán inaugurados la unidad central de digitalización y un laboratorio para recuperar los archivos cinematográficos en las bóvedas de los estudios Cubanacán.

Ambas obras, como expresó el vicepresidente de esa institución, Pablo Pacheco, permitirán frenar el deterioro del legado que atesora el ICAIC, una parte del cual tiene más de cinco décadas.

Tras un ehaustivo proceso de restauración, se reabrirá también el antiguo cine Maravilla, hoy Patria, en el capitalino municipio del Cerro.

La primera jornada de celebraciones cerrará con el estreno oficial de Boletos al paraíso, el más reciente largometraje del realizador cubano Gerardo Chijona, que recibió una cálida acogida en el reciente Sundance festival, fundado por el actor norteamericano Robert Redford.

Según adelantó Pacheco, en los próximos meses se prevé la puesta en circulación de una nueva colección de DVD integrada por una compilación del dibujo animado Elpidio Valdés, de Juan Padrón, una antología de documentales sobre la vida y obra del escritor Alejo Carpentier y el filme El premio flaco, de Juan Carlos Cremata.

Además se proyectarán los primeros tres capítulos de la serie Cuentos para una abuela, de José Martín Díaz, en formato de tercera dimensión, producidos por los Estudios de Animación.

Fundado 83 días después del triunfo de la Revolución, en 1959, desde sus inicios el Icaic «marcó y dio imagen y voz a los cubanos e inspiró un movimiento más amplio en América Latina», como expresó el ministro de Cultura, Abel Prieto.

tomado de /www.prensa-latina.cu

Para una relación de alteridad con los medios

Entrevista con Frei Betto

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Tomado de www.lajiribilla.cu

El mundo vive hoy una etapa de transformaciones que remueve los cimientos de lo que durante décadas se consideró como cierto o establecido. Esta situación se hace realidad particularmente en América Latina, donde una serie de mandatarios progresistas han intentado durante los últimos años conducir a los países del continente fuera de los abismos en que los habían sumido los gobiernos neoliberales y las dictaduras precedentes. Pero si en muchos de los pueblos del Río Bravo a la Patagonia se vive hoy una revolución social, esta no siempre es expresada por los medios de comunicación dominantes dentro y fuera de los límites continentales.

Con motivo de la realización del II Taller Internacional Medios Digitales y Contexto Social: Desafíos ante el cambio, convocado por La Jiribilla y La Ventana, portal informativo de Casa de las Américas, conversamos con el teólogo e intelectual brasileño Frei Betto, quien se encuentra nuevamente en Cuba participando de la Feria Internacional del Libro. Los retos que para los llamados medios alternativos presenta esta situación, y qué armas pueden utilizarse para un acercamiento crítico al producto que venden los grandes consorcios de la información sirvieron de punto de partida para este breve encuentro.

¿Cómo pueden los medios, que se han dado en llamar alternativos, ayudar a radicalizar los procesos revolucionarios dentro de América Latina?

La izquierda muchas veces llega tarde a algunos temas, como pasa con la ecología, ahora ha avanzado más en ese tema pero con sus prejuicios, porque creía que era una cuestión de los partidos verdes, que no tenía ningún contenido revolucionario y no se ha dado cuenta de que el tema de la ecología tiene la ventaja de involucrar a todos, de todas las clases, porque los daños que se le hacen al planeta no tienen distinción, todos somos víctimas.

Eso pasa con los medios de comunicación. La izquierda muchas veces ha usado esos medios de manera equivocada para transmitir su mensaje revolucionario de una forma muy doctrinaria y muy agresiva al pueblo, no ha descubierto todavía una pedagogía de comunicación. La derecha sí, muy temprano ha descubierto esta pedagogía. Por ejemplo, la primera emisión de la televisión fue en 1939 y The New York Times publicó un editorial afirmando que “este aparato está condenado al fracaso, porque nosotros, los americanos, estamos acostumbrados a la radio, que se puede escuchar trabajando, cocinando, caminando, manejando un carro; pero pensar que vamos a abandonar todas nuestras ocupaciones para estar delante de esta cajita, eso es impensable”. No sé si The New York Times después hizo alguna autocrítica, el hecho es que la televisión ha logrado descubrir la fuente de la hipnosis colectiva.

La primera finalidad de la televisión capitalista es vender productos, no es hacer emisiones culturales ni periodísticas. La televisión ha descubierto muy temprano que si fuese solamente un instrumento de emisión de cultura, o sea, de todo aquello que añade enriquecimiento a nuestra conciencia y nuestro espíritu, sería muy aburrida. Descubrió entonces que debía emitir menos cultura y más entretenimiento. Cuando se está ante la televisión, dos de los cinco sentidos se usan de manera real: la vista y el oído, los otros son virtuales, y esa es la forma de la hipnosis colectiva, la gente mira la televisión en busca de un placer virtual, para huir de su realidad dura, cotidiana, entrar desde su casa en un mundo onírico. La izquierda no supo hacer esto, ha apostado muchas veces por los contenidos aburridos y es curioso porque en el cine logró hacer trabajos de muchísima categoría estética, como obra de arte; pero en la televisión tiene más dificultades. Hay que profundizar eso, ¿por qué esa dificultad? Quizá tenemos mucha prisa en transmitir palabras de órdenes mas se debe tomar en consideración el oyente, el espectador.

Las comunidades eclesiásticas en el continente han logrado movilizar más gente que muchos partidos de izquierda, porque tenían una pedagogía, partían de una motivación presente en la subjetividad del pueblo, su religiosidad. En Educación Popular siempre he usado un esquemita: en América Latina la puerta de la razón es el corazón, y la llave del corazón es la religión. No quiere decir que toda la izquierda tiene que utilizar la religión, no se trata de eso, porque no puede ser una trampa, tiene que ser algo sincero; pero con ello quiero demostrar que cuando hacemos una utilización de los medios dentro de una perspectiva revolucionaria, debemos partir de lo que motiva a la gente y no de las convicciones dogmáticas de nuestras ideas revolucionarias. Ese es el desafío, descubrir cómo hacer algo que interese a la gente y desde ahí desarrollar una pedagogía, sabiendo que la gente es naturalmente capitalista. Por eso, el capitalismo tiene tanto éxito porque está centrado en el egoísmo, y nosotros, como todo bebito, nacemos egoístas, autocentrados, el amor es un trabajo de desarrollo. El altruismo y la solidaridad vienen con la educación.

¿De qué modo jugar entonces con los límites y lograr cambiarle el contenido a la gente sin que se aburra o se aleje totalmente?

Ese es el desafío. Siempre digo: no hay novela de izquierda y novela de derecha; hay novelas bellas y novelas feas. Esto vale también para las telenovelas. Lo primero es que debe ser bello, tiene que tener un valor estético muy fuerte y desde ahí buscar contenidos humanizadores y no alienadores, porque lo que el capitalismo hace muy bien es usar la belleza como expresión de la alienación, de la evasión de la realidad de la vida, la desconcientización de la gente y nosotros tenemos que hacerlo al revés pero con belleza, con calidad y no pensando con ingenuidad que nuestro contenido revolucionario les interesa necesariamente a las personas. En la historia del cine, pocas cosas de concientización se han hecho con tanta calidad como lo hizo Charles Chaplin. Él hizo películas de izquierda, revolucionarias, donde los protagonistas están todos en el mundo de los oprimidos, con una calidad artística insuperable. Ese es el desafío.

¿Cuánto podría ayudar el prisma, las herramientas de la Educación Popular al acercamiento crítico y la toma de los medios de comunicación?

No veo otra manera porque el método de la Educación Popular es inductivo, parte de la gente. A través de la Educación Popular es posible lograr la educación de los ojos, delante de la televisión, delante de Internet, desarrollar en la gente una conciencia crítica. Para eso es necesario que la gente pueda librarse de la hipnosis colectiva, distanciarse un poco de la transmisión televisiva y sobre todo analizarla, qué representa, qué contenido, qué objetivo, por qué está hecho así. Eso le permite a la gente ser sujeto de la transmisión y no objeto. No veo otra salida fuera de la metodología de la Educación Popular para desarrollar en el público esta conciencia crítica con los medios, para tener con ellos una relación de alteridad y no de sumisión.

¿Cuál es su valoración en torno al panorama político y social que vive hoy América Latina?

Hay avances muy significativos por el hecho de tener hoy muchos gobiernos progresistas en América Latina. En los últimos 50 años, el continente ha conocido tres grandes ciclos políticos: las dictaduras militares, los gobiernos neoliberales mesiánicos —como Menem en Argentina, Fujimori en Perú, Rafael Caldera en Venezuela—, y ahora el pueblo por su iniciativa, por su protagonismo dentro de la democracia burguesa elige a gente que tiene extracción popular como Lula, Evo Morales, Mujica o gente que tiene una identificación con las causas populares como Correa y Chávez. Es un avance muy significativo, históricamente muy importante; pero hay que consolidar estos espacios y ahí está la dificultad. Mi temor es que la consolidación que buscan ahora es por arriba, por la integración de gobiernos y organismos múltiples y se hace poco la integración por abajo, que consiste en fortalecer los movimientos sociales. No creo que esta democracia participativa y esos gobiernos —que teóricamente la representan— puedan llegar a hacerse fuertes si no hay un fortalecimiento de los movimientos sociales, y ahí está el gran desafío.

En el más reciente Foro Social Mundial una de las grandes discusiones fue que el Foro se había constituido como un espacio de debate y no de acción y se estaba analizando la pertinencia de pasar a otra etapa. ¿Pueden espacios como estos ayudar a esa integración por abajo?

Creo que sí, pero el Foro es expresión de un movimiento que tiene que existir en cada país, y muchas veces los gobiernos progresistas no valoran suficientemente estos movimientos populares. Es una lástima y una contradicción. Ellos le dan mucha importancia a la gobernabilidad por la vía del parlamento, que es una pierna importante, pero olvidan la otra que es estar sintonizados con los movimientos populares. El ALBA, UNASUR, MERCOSUR son organismos de integración muy importantes; pero son insuficientes si no hay un trabajo de base, de organización y movilización popular. En última instancia el Foro es un evento, hay que producir otros en ese sentido, de búsqueda de una sociedad poscapitalista.

La red, nuevo medio de lucha y el medio mismo (ecológico) en el que luchamos

Santiago Alba

Tomado de www.lajiribilla.cu

Por Santiago Alba

Cuando hablamos de “medios digitales”, debemos analizar de entrada el soporte tecnológico del que dependen orgánicamente y las determinaciones que ese soporte introduce en nuestra manera de abordar y organizar los datos —y nuestra propia conciencia de los mismos.

Lo primero que hay que afirmar, contra los que insisten en su neutralidad, es la “autonomía” de los objetos, también o sobre todo de los soportes tecnológicos. Que sean “autónomos” quiere decir: 1) que son relativamente independientes de las relaciones de producción de cuya entraña surgen y 2) que introduce en el mundo objetivo y subjetivo efectos no reproductivos, o no solo reproductivos, de esas relaciones de producción. Todo objeto (cuerpo, herramienta o soporte tecnológico) abre y cierra al mismo tiempo un conjunto de límites, si se quiere, de carácter “universal”. Un martillo, por ejemplo, puede usarse a discreción, con arreglo a la necesidad o no de clavar clavos o incluso para romper cabezas; pero la forma y eficacia de la herramienta impone una cierta “postura” que iguala todos los cuerpos del mundo, con independencia de su sexo o nacionalidad. Mientras usamos el martillo —con el que, en todo caso, no podemos cortarnos las uñas ni pintar un cuadro—, somos la prolongación de un martillo; algo así como el extremo corporal de un martillo. Podemos afirmar, pues, que un objeto no es nunca enteramente obra nuestra (ni de la “humanidad”) y por eso mismo, al desprenderse en el mundo, al convertirse en parte de nuestra naturaleza, pasa a construir a su constructor. De ahí que tengamos que defendernos de los objetos (entre la arqueología y la biología) sin negar su autonomía: la condición, es decir, de su disfrute y de su uso.

Con lo que llamamos nuevas tecnologías, cuya metáfora material es la “red”, las cosas se complican. Apenas sabemos todavía cómo calificar esa “red”. ¿Es una herramienta, como el martillo? ¿Un continente, como América? ¿Un órgano, como el riñón o el hígado? Es probablemente las tres cosas.

Como herramienta ofrece algunas ventajas inestimables. Permite la circulación y almacenamiento de número casi infinito de datos, imágenes y documentos, la comunicación inmediata con cualquier lugar del mundo y la construcción a muy bajo precio (al menos individual) de espacios autogestionados para el intercambio y la información. A eso se añade la posibilidad de autoperfeccionamiento a partir de la intervención de los propios usuarios (en los llamados programas libres).

Pero la red es también un territorio. Y su condición territorial determina a su vez su condición instrumental. Precisamente porque es un territorio, abierto a todas las intervenciones, su composición interna reproduce, con mínimas variaciones, la relación de fuerzas existente en el mundo exterior, donde sin duda no es favorable a los medios alternativos. El que sea un territorio abierto implica que todo el mundo puede vallar sus propios recintos, pero implica también que los dueños de la tecnología que hace posible la red misma —con sus nódulos de distribución controlados por EE.UU.— y los propios medios dominantes (por no hablar de empresas comerciales y distribución de pornografía) dominan ampliamente el nuevo continente. Por lo tanto, no se trata de que hayamos encontrado un territorio libre, sino de que ahora tenemos que liberar otro territorio.

En esta lucha por la liberación de la red, se equivocan los que creen que debemos mantener espacios informativos abiertos, libertarios y un poco cimarrones, donde todo el mundo pueda expresarse sin restricciones. La gran ventaja de la herramienta-red es que permite a la izquierda tener  un periódico sin tener que hacer una inversión de 300 millones de dólares; es decir permite a la izquierda decidir sobre un espacio de información, estableciendo criterios editoriales de selección (la libertad de censura, la única libertad de expresión existente en un mundo atravesado por luchas de clases) que se ajuste al mismo tiempo a los principios objetivos de una información veraz y a las necesidades de orientación ideológica en un mundo deformado por la manipulación y el consumo. La herramienta en este caso permite cerrar el territorio, delimitar un pequeño recinto liberado desde el que introducir nuevos datos e imágenes en el mundo.
Pero la red es también un órgano, como el hígado o el riñón. Y si uno puede rechazar un martillo o escapar de un territorio, no podemos decidir libremente vivir sin nuestro riñón derecho o nuestro hígado. Aún más: no es nuestra conciencia la que impone el régimen de funcionamiento de nuestro hígado, sino al revés, nuestro hígado el que, como inmanencia orgánica, determina los límites de nuestra funcionalidad corporal. Este vertiente “órgano” de la red determina algunos efectos que no podemos controlar: una cierta velocidad irresistible, incompatible con un cerebro finito; la hegemonía perceptiva de la simultaneidad sobre la sucesión, que es la condición de la narración y el pensamiento; la proliferación cancerosa de información inasimilable y difícil de contrastar y la confusión de la vida misma con un flujo íntimo exteriorizado en la pantalla que no podría interrumpirse sin aplicar una especie de violencia mortal. Esta vida independiente del órgano actúa sobre el territorio, cuestionando una división que hasta ahora, convencional y con distinto contenido histórico, había permitido sin embargo jerarquizar el orden de la percepción. Me refiero a la separación público/privado, cuyas fronteras se han visto muy debilitadas en el nuevo territorio por el movimiento puramente orgánico de la red. Un millón de personas hablando en una habitación con una ventana abierta, ¿hablan en el espacio público o en el espacio privado? Sin duda, estamos muy lejos de haber pensado a fondo los cambios que la red ha introducido en el concepto mismo de “lo público”y, por lo tanto, en las fuentes mismas de la autoridad comunicativa.

Es probable que no se equivoquen los que piensan que el “periodismo convencional” va a desaparecer en pocos años, pero los que lo anuncian parecen ceder a la propia irresistibilidad orgánica de la red, aceptando ese cambio como necesariamente emancipatorio. Pero la pregunta debe ser: ¿es bueno que desaparezca el periodismo convencional? La (in)diferencia entre lo público y lo privado, ¿no nos deja desvalidos frente a fuentes de información cuya autoridad no podemos cuestionar porque tampoco podemos validar? Que no podamos retroceder —porque los retrocesos tecnológicos, al contrario que los políticos, solo se producen en casos de cataclismo cósmico—, que haya que vivir dentro del nuevo medio y luchar en su interior, no debería impedirnos, en todo caso, tratar de juzgar críticamente sus potencialidades: utilizar lo que la red tiene de herramienta, conquistar lo que tiene de territorio y defenderse de lo que tiene de orgánico y, por lo tanto, inconsciente y etológico. La red es un nuevo medio de lucha pero también el medio mismo (ecológico) en el que luchamos. Aquí, como fuera, la victoria será del que mejor analice y movilice sus recursos.